Hace un tiempo que me ronda por la cabeza compartir esto en el blog.
Escribir, y en concreto, escribir novelas visuales, es una
vivencia sin igual. Después de algunos años poniéndolo en práctica, puedo
decirlo.
No faltan jugadores de novelas visuales que, tras
experimentar el gozo de consumir un número de estas obras, sienten nacer en
ellos el impulso de crear las suyas propias. Ese impulso es una hermosa
bendición; siempre lo ha sido.
Pero vivimos tiempos particularmente peligrosos para el
escritor emergente de novelas visuales. Si no pisas con cuidado, o no escoges
las herramientas adecuadas, es fácil que tus pasos se extravíen.
En primer lugar, creo que es importante recalcar que si
alguien quiere dedicarse a escribir, ha de encontrar su propio estilo. Un
estilo que sólo puede nacer de uno mismo… por más que podamos (y debamos) leer
a otros como fuente de inspiración. Además, ese estilo no será estanco, sino
que irá evolucionando naturalmente con el tiempo. En mi opinión, sólo así se
puede lograr una escritura genuina.
Sobre todo ahora, con la salvaje irrupción de las IA como
tentaciones supremas para “escritores” cada vez más desdibujados, es
especialmente importante remarcar este punto. Cueste más o menos de aceptar, el
camino de las IA es un camino de perdición para quien busca ser un escritor de
verdad. Y no porque no puedan ser herramientas útiles, como ya dije en otra de mis entradas… sino porque, como sucede tradicionalmente con muchas otras
cosas, demasiada gente se sentirá inclinada a usar las IA de una forma
equivocada, o directamente se apalancará en ellas.
Para mí, este es un ejemplo casi perfecto y de actualidad de
lo que NO se puede llamar “escribir”, en la auténtica esencia del término. Un
escritor lo es por y para sí mismo; sus impulsos nacen exclusivamente de dentro
de él… y hasta que uno no lo experimenta, no puede comprenderlo en toda su magnitud.
Todo esto está muy bien, sí… pero entender y asimilar lo que
digo no es tan fácil como leer las palabras que aquí escribo. Es verdad. No es
fácil para nadie…
Sin embargo, ciertos escritores son capaces de transmitir el
mensaje con gran contundencia y efectividad, gracias a sus dilatadas carreras y
su brillante comprensión de sí mismos y lo que les rodea. Quiero compartir aquí
las enseñanzas resumidas de uno de ellos, palabras de oro para cualquier
escritor en ciernes.
El autor de dichas palabras no es exactamente un escritor de
novelas, sino un periodista de investigación. Pero eso no cambia nada. Sus
consejos, explícitamente dedicados a quien aspira a ser escritor, desbordan
sabiduría, y la pequeña muestra que aquí os traigo no es ni una infinitésima
parte de lo que brinda día a día a quien le lee. Para abreviar, le llamaré “J.R.”,
porque por lo que a nosotros respecta, no es tan importante quién sea, como su
mensaje.
Si queréis dedicaros a escribir, creo que será muy positivo
que os empapéis de la esencia de las palabras que siguen. Mi consejo es que
reflexionéis e intentéis refinar el elixir de cada una de ellas. Esto os pondrá
en la pista correcta para distinguiros de los demás escritores “del montón”,
los que tienen poco más que el “merchandising”, Steam y similares entre ceja y
ceja. Ser escritor, y no un escritor cualquiera, es como un estado de bendición
que se refleja aquí con la máxima fidelidad. Y esto vale para escribir lo que sea… novelas visuales incluidas.
Estas son las palabras que J.R. os dedica, y yo os traigo
(mis comentarios están entre corchetes y en letra cursiva):
“Para escritores y gente a punto de convertirse en
escritores.
[…] Sí, creo que puedo ayudar a las personas que quieren
convertirse en escritores o en escritores mucho mejores. […]
Hablo de escritores de verdad, no de loros.
Y de la búsqueda incesante de algo nuevo. Siempre. Porque lo
que el escritor ya ha hecho se vuelve viejo. Él lo sabe. Cubre el terreno, y
eso es todo. Luego, sigue adelante.
No puede esperar a que millones de personas se pongan al
día. Él no está en ese negocio. No vende los mismos perritos calientes una y
otra vez.
El cambio a lo nuevo no va sólo de contenidos y temas. Se
trata de cómo el escritor se expresa. De cómo escribe. No puede seguir
escribiendo de la misma manera para siempre.
Es un explorador. Después de viajar a un país ignoto que no
aparece en los mapas, zarpa inmediatamente hacia el siguiente.
Así es como él sigue adelante.
Si hicieras una lista de grandes escritores y luego les
leyeras, te darías cuenta de que cada uno
escribía de forma diferente. No eran
grandes porque todos siguieran un mismo estilo, no.
No existe un estilo único.
No existe una sola mente universal con una sola selección de
ritmos y una sola forma de expresión. Eso es una fantasía de la gente que no es
artista.
Cada artista real
es único. Se distingue de y contra La
Unidad Única, que es una ficción filosófica inventada con el fin de controlar.
Sabiendo esto, el escritor pone patas arriba esa carreta.
La Unidad Única es un donut glaseado metafísico.
Es hipnótica. Y el escritor rompe el trance y el hechizo.
Cuando lo hace, la gente que sigue bajo el hechizo dice:
"No entiendo lo que está haciendo". Pero, en algún lugar de lo más
profundo de su ser, lo entienden. Se
ha desencadenado una explosión, y la onda expansiva está emergiendo a su
superficie.
Estamos en una era tecnológica extrema, que tiene sus
propios hechizos hipnóticos. Los cabezas en la cúpula de la tecnología flotan
sobre una plataforma que se apoya en pilares que ellos creen firmes y
poderosos. Se equivocan. Esos pilares ya se están resquebrajando. Todo el edificio se tambalea. Porque
gran parte de la tecnología y del lenguaje que la rodea están muertos.
La verdadera escritura desenmascara la mentira de ese
lenguaje. La desmenuza, y la convierte en vulgar confeti.
El escritor persigue sin descanso lo que nunca se ha hecho
antes, por y con su imaginación. [Al
contrario que las IA, que se basan ENTERAMENTE en lo que YA ESTÁ en las bases
de datos].
El escritor encuentra su camino inventando el camino.
[…]
[Inciso:] “Lo que la mala poesía de IA revela sobre la IA; y
esto es crucial”
En el MIT Press Reader, el psicólogo Keith Holyoak escribe
un largo artículo, "¿Puede la IA escribir auténtica poesía?"
Después de muchos párrafos, afirma: "Es fácil despreciar
la poesía de la IA alegando que hasta ahora no ha producido buenos poemas... Pero
el hecho de que los programas de IA aún no hayan alcanzado el nivel de los makars humanos no es una prueba
concluyente de que la IA nunca pueda hacerlo".
Ofrece un ejemplo de una especie de poesía producida por una
colaboración IA-humano:
'Mi matrimonio es una prisión emocional / Visitas prohibidas
permiten los matrimonios / El colectivo más unitario apenas organiza tanto / Intimídame
con la regulación oficial de tu prisión / Deja que tu degradación sexual me hechice...'
Mi crítica: mala. Muy
mala.
La IA es ciertamente capaz de escribir poemas "al estilo
de" cualquier poeta que te imagines. Y esos esfuerzos son ligeramente mejores
que lo absolutamente horrendo. Tal
vez.
Pero la IA nunca
será capaz de escribir buena o gran poesía ORIGINAL, porque la IA no tiene
originalidad.
Puede elegir entre miles de millones de palabras y
asociaciones. Puede meter en una coctelera y mezclar unas cuantas palabras de
forma extraña. Puede falsificar un poema.
Pero la IA es una máquina. Una colección de programas.
Algoritmos. Cálculos matemáticos.
No crea.
No como lo hace un artista humano.
No se pueden introducir en una hoja de cálculo todos los
elementos que intervienen en el acto creativo humano, y luego sopesar su
"importancia comparativa".
Los promotores humanos de la IA nunca admitirán esto.
Simplemente, no pueden verlo. Están perdidos.
Pedirle a una IA que sea realmente creativa es como pedirle
a una locomotora que avance más por las vías de Beethoven. No sólo no funciona:
es una petición que carece totalmente
de sentido.
[…]
He dado 10000 vueltas a esta manzana. Llevo 67 años
escribiendo.
Puedo contarte alguna cosilla sobre el tema.
También sobre la gente que quiere escribir, y que quiere
hacerlo fuera de la corriente
dominante.
Ellos no van a la escuela de periodismo. No van a arrojarse
a ese río, ni a aprender ese sistema.
Y eso es bueno… porque no existe ningún sistema. Lo único que existe son simulacros artificiales de sistemas.
El primer punto es: vas a escribir en esa página en blanco
algo que te guste ver, y en lo que los lectores se van a sumergir. Algo que les
saque de lo que normalmente esperarían. Algo que demuestre que eres diferente.
No estás ahí para matarles de aburrimiento. Eso es una gran ventaja. Para ti, y
para tus lectores.
"No está intentando hacer que me duerma. Ya estoy de su
parte."
Pista: si aburres a tus lectores, te estás aburriendo a ti
mismo. Y eso es fatal.
De hecho, una de las razones por las que alguien se
convierte en escritor es para "desaburrirse". Quiere sentirse vivo.
Eso es bueno. No es un pecado.
Por tanto, escribe en la página algo que te haga sentir vivo.
Ese es el desafío. Eso es ambición en la dirección correcta.
[…]
La escritura, en última instancia, atañe a los propios escritores.
¿Cuándo el compromiso es realmente un compromiso? Cuando es
el motor de tu día, pase lo que pase.
Si un escritor tiene eso, todo lo demás encaja en su lugar.
Si no lo tiene, nada funciona. Todo se viene abajo.
He estado escribiendo durante 67 años. Tal vez la mitad de
esos días hice una pausa TEMPORAL. No tenía nada en mente… POR EL MOMENTO. Pero
sabía que me llegaría una idea, un pensamiento, una frase, y entonces me
pondría en marcha de nuevo.
Y así era, normalmente en cuestión de horas.
Porque quería escribir. Porque estaba comprometido.
Si sigues adelante el tiempo suficiente, durante los años
suficientes, tu energía se expande. No se desvanece. Puedes hacer más, no
menos.
Ves que los problemas, las dificultades y las excusas no son
NADA comparados con tu compromiso y tus ganas. No hay color.
Ningún escritor piensa que la realidad está bien como está.
Siempre va a por más. Siempre está cambiando la realidad.
Y hay mucho que
cambiar, a muchos niveles. No falta
material con el que trabajar.
[…]
La mayoría de la gente cree que escribir no es más que un
ejercicio diseñado para comunicarse con los lectores.
Si eso fuera cierto, los mejores libros serían los más
vendidos.
Y la mejor carne del mundo serían las hamburguesas de comida
rápida.
El principal acontecimiento de la escritura es ESTE: el
escritor plasma en la página lo que él realmente quiere. Eso es lo que hace. Y ENTONCES, realiza un acto de fe. Cree en un
lector ideal que captará el significado, propósito, esencia, detalles y
alusiones de LO QUE HA ESCRITO.
Entonces… es cuando tienes algo.
Siempre fue una propuesta arriesgada. [Sin garantía de aceptación general, o de réditos económicos]
Desde el primer garabato que se trazó en la pared de una
cueva, hasta el momento presente, ha sido algo innovador.
Cualquier otra cosa es, en la mayoría de los casos, una
manipulación destinada a producir una reacción en el lector.
La gente de las sociedades de todo el mundo está entrenada
como si de monos se tratara, con objeto de que reciban y produzcan reacciones. [Es decir, y por sobrecogedor que suene,
gente que, en sí misma, se comporta como una IA]
El ESCRITOR es diferente. Sí, quiere impactar. Sí, quiere
comunicarse con el lector. Pero tiene una ambición mucho mayor que esas: quiere
expresar y crear algo NUEVO.
Esa no es una ambición simple; no es tan fácil como coser y
cantar.
No es garantía de éxito.
No es cosa de monos.
No es para mentes obsesionadas con lo literal a cada paso.
La gente rara vez entiende que cuando lo literal es el
objetivo primordial, cuando lo innovador se va volando y se desvanece… entonces
lo que queda es el CONTROL MENTAL.
Cuando lo literal, y sólo lo literal, se apodera de una
civilización, obtienes “estímulo-respuesta”. Eso, en todas sus formas, se
extiende como un gas somnífero. A te conduce a B. C te conduce a D.
La vida se vuelve hueca…
…y un ESCRITOR se mueve CONTRA eso.
[Es decir, un escritor
que realmente SE LIBERA DE SUS CADENAS]
[…]
Las instrucciones [que doy] no son una jaula en la que hay
que meterse.
No pienses en la escritura como una jaula.
Tú estás fuera, no dentro.
Esa debería ser la razón por la que eres escritor.
[…] No establezco reglas pétreas y rápidas. No te pido
obediencia. Te doy herramientas, pero tú decides cómo usarlas. Y nunca te
conviertes en esclavo de tus herramientas.
Si optas por la esclavitud, tu escritura va a llegar a los
oídos de forma artificial. No sonarán campanas de revelación en esos oídos,
sino que se oirá un ruido sordo y metálico. Tu escritura parecerá trucada.
Mi objetivo es liberar a los escritores, no maniatarlos e inmovilizarlos.
Una vez que te sientes libre y escribes libremente, puedes
dar forma a tu trabajo de muchas maneras distintas. Si empiezas por intentar
dar forma a tu obra, te estancarás y llegarás a un callejón sin salida.
Tu objetivo no es ser un mono amaestrado.
Ya tenemos demasiados de esos por ahí.
Y permíteme decirte algo sobre el arte de escribir. ¿Sabes
de dónde sacas eso? De la lectura de otros escritores. Te llega por ósmosis. Es
la misma forma en que un niño aprende a hablar. Escucha a la gente hablar, y
capta lo que está pasando.
Es al por mayor, no al por menor.
La fe, la confianza en uno mismo y la determinación son los
manantiales de un escritor. Y cuando la fe flaquea, la determinación es clave.
Tú vas a escribir, pase lo que pase, contra viento y marea.
Eso funciona.
[…] Mi objetivo es transmitir la electricidad de ser
escritor. En todas y cada una de mis disertaciones, acabo incidiendo en eso.
Porque, amigo mío, ser escritor es una forma de VIDA.
No es sólo una carrera. La carrera surge de la vida.
Demasiada gente en este mundo opta por una carrera y luego
intenta vivir de ella. Eso es lo normal. Lo estándar. Es una larga calle que se
va estrechando, estrechando… y se convierte en un callejón que termina en una
pared sin salida con la que te das de morros.
Si te llenara de consejos, trucos y reglas, te estaría
dirigiendo directamente a ese callejón. Nunca haría eso.
[…] Mi propósito es sacar al escritor que hay en ti, sacar
la vida del escritor, para que la descubras, y la veas como la tuya y la de
nadie más.
Los escritores nos dan lo que necesitamos.
Y una cosa más por ahora. Los escritores nos dicen: "Puedes sentarte ahí y fingir que no sabes de qué estoy hablando; puedes fingir que eres tonto; pero yo sé muy bien que algo te está llegando. Y sea lo que sea ese algo, es ESENCIAL. Marca toda la diferencia. Es un atisbo de lo que tú realmente quieres".”